¿Cuál es el beneficio del dolor?
A nadie le gusta (conscientemente) sentir dolor. Es más, cuándo en las sesiones hago la pregunta “¿en qué te beneficia ese dolor que tienes”, muchas veces, la persona se desencaja. Es como un insulto a su sufrimiento. Sin embargo, lo que me ha llevado a estudiar psicoanálisis es el haberme dado cuenta que tenemos muchísima información oculta que necesita salir a la luz por múltiples razones, y una de ellas es para escuchar al cuerpo. Nuestro cuerpo habla y calla. Muestra y oculta. Da señales de las incoherencias que nuestra mente es capaz de generar. Si pensamos en una pirámide, en la cúspide encontraremos a nuestro cuerpo mental, más abajo el cuerpo emocional y más abajo, en la base el cuerpo físico. Este último cuerpo es el más denso y es quien recibe la información de los cuerpos que están arriba. Es bastante lógico y lo vemos con frecuencia. Para poner un ejemplo: si alguien te da una mala noticia (pensamiento que expresa algo con la palabra), nuestras emociones reaccionan hasta llegar a nuestro cuerpo físico. Podemos vomitar, tener diarrea o taquicardia. Incluso, desmayarnos. ¿Cómo se explica eso?. Nuestro cuerpo físico reacciona a un pensamiento. El universo es mental y en la biblia ya lo tenemos escrito. La acción creadora de Dios por medio de su palabra. Con esto no quiero decir que no sirva la medicina tradicional. Claro que sirve y es clave que todos comprendamos que hay que ponerse en manos de un profesional médico cuando algo nos pasa en el cuerpo. Lo que digo es que no está de más, mientras asumimos un tratamiento tras un diagnóstico que nos hagamos la pregunta: “y a mí, qué beneficio me da estar asi”porque te aseguro que encontrarás un sentido a ese interrogante.
Si no jugamos con las reglas de nuestro inconsciente y subconsciente no vamos a salir nunca adelante porque nuestra mente consciente que se enoja, se llena de odio, de rabia y de resentimiento y que culpa a otros por responsabilidades propias sólo es capaz de comprender un 2% de esa realidad que se ve y que se cree que es todo lo que hay. Y no es así. Hay mucho más que no vemos y que merece atención si lo que queremos es sanar.
Los beneficios inconscientes y subconscientes de un dolor pueden ser muchos y hay que estudiar cada caso dentro de un enfoque y encuadre terapéuticos adecuados, pero los más habituales están asociados con la falta de autoestima y amor propio.
Ejemplos:
1.- El dolor hace que otros se interesen o estén pendientes de mí
2.- El dolor hace que puede seguir manteniendo a mis rehenes emocionales
3.- El dolor hace que pueda seguir manipulando a determinadas personas
4.- El dolor hace que me quieran
5.- El dolor hace que no me olviden
6.- El dolor hace que el otro pueda sentirse culpable
7.- El dolor hace que sientan pena por mí
8.-El dolor hace que me sienta vigente en la vida de alguien que ya es pasado, pero yo no quiero asumir eso
Y hay muchas más razones.
Lo importante es poder identificar desde cuándo sentimos ese dolor. Cuándo ha aparecido. Qué estaba pasando en mi vida. Fue tras un divorcio? cuando mi hijo/a se fue de casa, cuando mi ex pareja se casó, cuando mi madre murió? etc etc etc porque poder asociar el dolor a algo que haya podido suceder nos dará la pauta de poder discernir qué es lo que pasa. El dolor es en muchas ocasiones un disparador de un trauma mental y emocional que se reitera bajo diferentes formas y desde hace mucho tiempo. Esto es transgeneracional y seguramente no seas el único en tu familia que atraviesa situaciones similares una vez que descubras el beneficio, lo verás más claramente.
Te invito a que te hagas la pregunta si tienes un dolor crónico o puntual. Que sigas con tu tratamiento, pero que te hagas la pregunta y tengas la sensatez de hacer una autocrítica y autoanálisis de lo que ha sido y es tu vida. No pierdes nada y puedes ganar mucho.
Muchas veces no estamos dispuestos a sanar porque eso implica el desapego de muchas personas y patrones de conducta a los que estamos acostumbrados y que de alguna u otra manera nos han redituado, pero mírate la vida y fijate si vale la pena seguir aferrado/a a cadenas de fuego.